LAS DURMIENTES
Intervención artística en el espacio público
Redondel del barrio La Floresta
Artista invitada para el evento ↳ "Encuentros Parejos"
Quito, 2016
Fotografía: Quarzo films
Redondel del barrio La Floresta
Artista invitada para el evento ↳ "Encuentros Parejos"
Quito, 2016
Fotografía: Quarzo films

Para esta invitación trabajé con doña Marielena Minda, una mujer de profesión modista quien ha habitado el barrio La Floresta toda su vida y con quien organizamos un taller de costura diseñado específicamente para este encuentro y en el que ella compartiría las bases de su profesión...sin embargo mi sensibilidad se agudizó no sólo con la información técnica que ella compartió sino con las memorias de su niñez que naturalmente le brotaban como cosiéndolas con cada puntada de máquina que ella iba dando.
De esta manera para hacer honor a una de sus memorias y basándome en la descripción que ella hizo del sector que hoy se conoce como "el redondel de La Floresta" en el que ella jugando con otras niñas había recogido unas flores que la habían "hecho volar", construí un cuento e intervine el lugar entregándolo como una ofrenda durante el Día de Difuntos.
Una transformación interesante de esta propuesta es que el objeto base de la intervención se convirtió en un punto de referencia del lugar siendo usado por una variedad de habitantes del sector quienes además se han apropiado del mismo hasta el punto de que cuando este necesitaba mantenimiento por el uso fue reemplazado por uno nuevo que sigue funcionando hasta la fecha.

Una transformación interesante de esta propuesta es que el objeto base de la intervención se convirtió en un punto de referencia del lugar siendo usado por una variedad de habitantes del sector quienes además se han apropiado del mismo hasta el punto de que cuando este necesitaba mantenimiento por el uso fue reemplazado por uno nuevo que sigue funcionando hasta la fecha.
Las Durmientes
A doña Marielena
A doña Marielena
"Fue una mala coincidencia", exclamaron las voces adultas. "Ellas nos llamaron", aclamaron las niñas. Lo cierto es que cuando una de las pequeñas había entendido que leyendo las huellas, como quien lee braille, que había ido dejando tan raro y fosforescente bicho encontraría el brillo final de ese hilo coagulado por siglos de lava andina; entonces simplemente se dejó llevar descifrando así la punta del ovillo.
Hubo quien dijo que después de esto la niña se desmayó; otros, que habló en lenguas; otros, que hacía como si volase. Al final, cuando ella logró abrir los ojos y mientras dibujaba sobre su libro de cuentos una estrella de tela aromada y con color tan caprichoso que ningún diccionario nunca entendió, se escuchó por ahí una voz gorda que comentó: "Bah! Esto es sólo un juego de niños".
Resulta que los runas de la piel anterior conocían muy bien a las Durmientes, de hecho las recogían para llevarlas al caserío del Guápulo.